La interrogación y/o pregunta retórica, es una figura literaria, que se usa para el dialogo. Se trata de una pregunta que, sin embargo, NO espera respuesta alguna. Estas preguntas las podemos encontrar en un texto escrito y también oralmente.
En el caso de un texto escrito, el escritor plantea preguntas en medio de su texto para que su lector pueda reflexionar sobre ellas, pero está claro que delante de una pregunta de este tipo no cojeras un boli o un lápiz para escribir dicha respuesta en medio del libro…
Ejemplo: ¿Dónde están los barcos? – ¿Dónde están tus hijos?
Pregúntaselo al Poniente a la onda brava
Por otro lado, el oral, no es muy diferente que el escrito, simplemente varia el tipo de transmisión. Es decir en este caso, el interlocutor, que está delante de un público, mientras habla va dejando caer diversas preguntas, que invitan al público a reflexionar.
Ejemplo: En medio de una conferencia dónde se abre un debate sobre un tema de la actualidad, el conferenciante anuncia: Y hasta ¿cuánto vamos a tener que seguir así?
Viendo este ejemplo, no nos tendríamos que imaginar que nadie en medio de la conferencia levantase la mano, para dar su opinión. No obstante sí hay casos, los cuáles algunas personas para demostrar su capacidad de atención hacia al hablante, se permiten el lujo de interrumpir su explicación e intervenir. ¿Hace falta interrumpir al hablante? Como podéis ver esto es una pregunta retórica… el objetivo está en hacer una reflexión personal sobre lo que se ha explicado, abrir nuevos puntos de debate, para más adelante poder discutir y argumentar. No hace falta demostrar que se está atento o no, basta con comprender lo que se ha querido transmitir y listos, a veces querer dar la imagen de que una persona está muy atenta respondiendo las preguntas, puede jugar en contra y dar una imagen repelente de sí mismo.
Así pues sin perder más tiempo, hoy ha tocado “aprender” que las preguntas retóricas no hay que responderlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario