domingo, 14 de agosto de 2016

Smart gadgets

Nos encontramos en una nueva era que se caracteriza por el avance desenfrenado de las tecnologías. Todos queremos tener lo último en las mismas, sino corremos el riesgo de quedarnos atrasados, lo que para muchos significaría el fin de sus vidas sociales. Tabletas inteligentes, móviles inteligentes, coches inteligentes… o lo que popularmente se conoce como los “Smart gadgets”. Éstos “gadgets” no son más que complementos diarios que nos permiten a realizar nuestras tareas con más facilidad. Sin embargo, todos nuestros esfuerzos se volcán en producir más inteligencia artificial para los gadgets que para la humanidad propiamente dicha. Lo que ocurre es que a la vez que todos estos gadgets nos permiten agilizar las cosas, nos privan de desarrollar nuestra propia inteligencia. 
¿Por qué no hacemos o potenciamos la inteligencia humana, o lo que sería lo mismo (dentro de este vocabulario “cool”), los Smart humans? Despilfarramos nuestro dinero en una facilidad que pasa a ser ya comodidad y a la vez no permite que el ser humano avance en su propia esencia. Preferimos que el coche conduzca por nosotros, el móvil y el ordenador nos lleven nuestras agendas, y así nosotros perdemos la obligación de recordar las cosas. Si seguimos evolucionando así, nosotros los humanos quedaremos absorbidos por los ”Smart gadgets” siendo así substituidos por la inteligencia artificial, y yo me pregunto: ¿es esto lo que queremos?


sábado, 6 de agosto de 2016

¡Basta ya de fronteras!

Hablamos de globalización, cuando en realidad nos asusta. Somos tan políticamente correctos que nos creemos que hay una igualdad total entre ciudades, países y continentes, pero entonces ¿por qué ponemos fronteras?  Hay fronteras naturales, sí, pero la humanidad es la que tiene mayor capacidad para crear las artificiales, y así estamos al día de hoy: erradicando las xenofobias y los racismos; y a la vez, casi cogidos de las manos, trazamos limites y barreras, porque sabemos que cualquier cosa es útil para marcar distancias de lo que no nos interesa. Sin ir más lejos, en EEUU, una gran potencia emergente, pretende elegir a un presidente que alcanza su popularidad sacudiendo a los inmigrantes mandándolos en sus países de origen. En Europa no estamos tan lejos de esta paranoia con las fronteras, dejamos entrar a nuestro parecer a todo aquel que nos satisfaga el trabajo que nosotros, por tener que ensuciarnos las manos, no estamos dispuestos hacer y expulsamos al resto, como si fueran escoria. Los turistas, se salvan, aportan dinero y eso contribuye a fortalecer nuestra economía.

Menuda hipocresía. Términos contradictorios unidos al libre albedrío. Lo verdaderamente preocupante, es que las fronteras sirven para reforzar los sentimientos étnicos, ideológicos y nacionales. ¿Y bien? A su vez, la idea de integración de este nuevo mundo, será menor. Nos hemos convertido en nuestros propios esclavos, vivimos en una supuesta celda de oro cuyos barrotes excluyen a los otros y nos encierran a quienes, supuestamente nos beneficiamos. Nos lo venden como a modo de defensa, pero esta sobreprotección es más dañina e individualista que otra cosa. No vemos más allá de nuestro territorio, las fronteras nos impiden ver qué ocurre al otro lado, y parece ser que le queremos quitar importancia. Estamos frente una crisis humanitaria, pero eso no sale en la prensa, o pocas veces… Mientras que nuestro estado este “tutto benne” que unas lanchas caigan al agua, que se produzcan guerras en Siria, Ucrania, India/Pakistán y así una larga lista de países con frentes abiertos, no nos importa. A mi sin embargo, me resulta intrigante e inquietante que mientras se podría ir gestando una tercera guerra mundial, seguiremos bien siguiendo deportes u otra encerrona a modo de distracción.

En suma, es curiosa la paradoja de vivir en un mundo que a medida que la idea de globalización se extiende las fronteras también son reforzadas.

¿A caso hay algo peor que vivir en el absurdo moral permanente? 

Att,

Ciudadana de un lugar llamado mundo





lunes, 1 de agosto de 2016

La brújula de la vida.

Nacer, vivir, reproducirse y morir. 

Seguro que habréis escuchado esta frase miles de veces antes. Todos tenemos muy interiorizado, las pautas de la vida, el ciclo vital... pero sin embargo, sólo dos palabras son aplicables de un modo genérico al ser humano: Sí!, la primera y la última. E aquí las distintas posibilidades en una misma "afirmación": 
- Nacer, vivir, reproducirse y morir.  
Nacer, vivir, reproducirse y morir. 
Nacer, vivir, reproducirse y morir.
Sólo nacer y morir esta claro que pasará, sin nacer no podemos morir, y vivir eternamente sin morir, de momento, no se puede. De qué o de quién depende, pues? De TI y de cada uno de NOSOTROS!!!
El resto del camino, del ciclo vital; el tiempo que pasamos hasta llegar de un verbo al otro, somos nosotros quienes elegimos que hacer. No él, ni ella, ni ellos, sino Tú o Yo mism@. 
A lo que voy, hoy es que muchas veces nos dejamos llevar por una serie de patrones, caminos y nos adaptamos a ellos sin más. Seguimos, a modo general, unas normas, convicciones sociales que no nos hemos cuestionado anteriormente. Caemos a hacer unas cosas, por el simple hecho de "tener que" o "deber que"; por ejemplo: "Tenemos que ir a la Universidad"; "Debemos ser padres"; "Los niños deben ser fuertes"...y así un largo etcétera. Pero que ocurre sino queremos ir a la Universidad, no queremos ser padres o los niños quieren llorar? 
Lo hacemos porque "toca" se dice en algunos casos, yo misma reconozco que he caído en esta trampa, y ahí es cuando me he dado cuenta de mi error. Puedo decir que no me arrepiento de las acciones que he hecho por el mero hecho que tocaban, pero si que a la larga no me han aportado mucho, más allá de ver y aprender de mi error (...). A pesar de la creencia de algunos sobre que nuestro destino ya esta escrito, hay que ir más allá y ver que lo vamos escribiendo nosotros día a día mediante las elecciones personales que vamos tomando. Aparquemos de una vez por todas el hacer alguna cosa o ir a visitar tal cosa, porque se debe hacer. Haz y deshaz lo que quieras, siempre y cuando respetamos los límites del otro y no molestamos a los demás. Todos tenemos nuestra brújula interior, utilizamos-la más y llegaremos más lejos descubriendo nuevos caminos... 
A veces, para volver a usar la brújula y encontrarse uno mismo es necesario estar bien perdido. (no hay pérdida de camino que bien no venga).   
      
Recuerda: El camino ya esta hecho, pero eres tú quien anda.


"Yo nunca discuto"

¿En serio? Me da pena aquél que se define como una persona que "nunca discute". Somos seres humanos, iguales y diferentes; diferentes e iguales, por lo que todos y cada uno de nosotros tenemos nuestras propias ideas. Podemos ser más afines a otras personas o no; según nuestras ideas, pero eso no implica ser mejores o peores, solo únicos.
Con esta "introducción", voy a ir al grano. La persona que dice que no discute nunca, entiendo que no ha desarrollado su capacidad de razonar. Se ha quedado en un punto volátil que solo consiste en seguir lo establecido. ¿Y eso que implica? (¿A caso es malo?) me podríais cuestionar (...) perdón no, ni tan siquiera aquél que se define como he titulado la entrada, se atrevería a discutir sobre el tema.
El caso es que somos cabezas pensantes, o al menos para algo más tenemos la cabeza que para dejarse sujetar por el cuerpo, y eso implica generar y formar ideas personales. La discusión es una buena forma de adquirir nuevas ideas, intercambiarlas y llegar a construir otras nuevas. No se trata de querer tener siempre la razón, o la verdad absoluta, (algún día hablaremos sobre el relativismo) pero si buscar un punto medio que satisfaga a ambas partes. Si decimos "amén" a todo, solo seremos uno más de la multitud, convirtiéndonos en esclavos de la misma... Y sí, habremos contribuido a la alieneidad de este mundo. De nosotros y de cada uno depende el cambio, seguimos con lo ya establecido o aportamos nuevas ideas.
Tampoco se trata de ir siempre a contracorriente, pero si de tener un criterio propio y exponerlo a los demás. 
Escuchar, respetar, estar abierto a nuevos puntos de vista, razonar y por último, pero no lo menos importante, hablar y dar también nuestra opinión. Y repito a veces será la misma, y en otros casos habrá que discutirla, pero si es el último caso por favor discuta...
Mejor discutir que callar y otorgar.